viernes, septiembre 21, 2012

Fuga






La fuga es un tipo de composición musical desarrollada principalmente durante el Barroco, siendo uno de sus máximos exponentes, Johann Sebastián Bach. Consiste en que una mano toca una melodía o leif motiv, que es seguido por la otra mano, donde comienza un juego de persecuciones entre una y otra.

           Eliseo Montalbán (Benjamín Vicuña) es un músico en fuga…donde la lucidez y la demencia se persiguen una a otra. No es el único que persigue o intenta huir, sino que cada uno de los personajes lo intenta hacer a su manera, bueno, la mayoría de ellos…

           Algunos persiguen la fama en fuga, como Ricardo Coppa (interpretado por Gastón Pauls, en una especie de nuevo “Salieri de Mozart”), pero ésta es esquiva…la enfermedad de la codicia, es peor que las pesadillas de Montalbán y sus amigos del psiquiátrico. El cuarteto de músicos que se conforma es verdaderamente patético en su búsqueda de algo que no les pertenece y de lo cual quieren la propiedad, a esa carrera por alcanzar esta obra a la que quieren adulterar el compositor, ellos le llaman “investigación”. Cabe señalar que hay talento actoral (no estoy diciendo que el director no lo tenga en su tarea), pero los diálogos son débiles y aunque los músicos siempre recorran los paseos de Valparaíso llevando su instrumento a cuestas…lo que no es ficticio, pues ahí hay escuelas de música, el efecto resulta forzado. Sin embargo, la fotografía está bien lograda en las distintas locaciones, sobretodo en la “marina”, pero insisto, algo pasa que no logras compenetrarte con los personajes y la historia del todo. No creo que tenga que ver con el comentario que le hace Alfredo Castro (Claudio, uno de los personajes mejor logrados), sobre lo loco que suena el argumento de la locura de Eliseo.

           Pareciera que a Montalbán lo persigue el talento y la tragedia. Su historia de niñez, su relación con el piano, con su madre y con su padre…la muerte de su hermana, la sangre que parece tocar melodías propias al piano.

            Vi dos veces la película, la primera vez, me pareció un tanto predecible y como las olas del mar, que van y vienen. Un diálogo del film dice …”como si hubiese dos manos”, no siempre parejo, como la marea…como si algunos de los desvaríos del personaje principal también afectaran la realidad. Si es esa la intención, es magistral…el director Pablo Larraín de esta co-producción chileno-argentina.

          Destaca la música de Juan Cristóbal Meza, aunque tratándose de un film sobre músicos…es lo menos que se espera. La historia está muy bien montada, sobretodo en las secuencias paralelas, que marcan presente y pasado, Montalbán y Coppa, Teatro Municipal y Psiquiátrico. Obviamente, la música une cada plano de esta “Rapsodia Macabra” (la rapsodia es una pieza musical del romanticismo clásico, con distintas secciones), que quiere traer todos los fantasmas a la partitura como una especie de terapia, pero a la vez anhelante del silencio, otro de los componentes de la música. Es interesante como se usan los fragmentos de ópera en las transiciones para hacer avanzar por momentos la historia. Ej: la reconciliación de la pareja.

           La recomendación a Georgina, la pianista (Francisca Imboden) sobre que no es una mariposa sino una mano muerta la que toca, sobre tocar con el útero…es evidente, ella debe consumirse o ser consumida, para entrar en la obra.

           No voy a entrar en la secuencia final, quizá una de las más desquiciadas. Es como si hubiese una atracción por la locura, la desesperanza, la muerte, el dolor…porque pareciera que la música, es la que va en fuga de su propio autor, aunque la tesis del film, parece ser que es su autor, quien huye de ella.

          Un texto del libro de los Salmos, el 34:14 habla de: “Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz y síguela”.
   
           Pensaba si la paz se mueve o está quieta, si se escabulle de nosotros o no sabemos como llegar a ella. Bueno, aquí hay una recomendación bíblica, de las muchas que encontramos para no sólo hablar de paz, sino vivir en ella, a pesar de las circunstancias difíciles que nos haya tocado vivir. Desde que el hombre se alejó de Dios, pareciera que la paz está en fuga…pero quien se fugó fue el propio hombre… ¿será tiempo de volver a los brazos de Dios para seguir esa Paz que nos promete, que sana nuestras heridas más profundas, sean físicas, psicológicas o espirituales?

 “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33

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