miércoles, septiembre 22, 2010

Desde el corazón

La frase “desde el corazón” puede implicar varias lecturas. Una de ellas, la de estar en el centro de algo. Otra visión, es la de algo proveniente desde dentro de alguien. Una tercra perspectiva puede significar una cercanía con alguna situación, un hablar y/o vivir desde lo más profundo, o simplemente el hacerlo sólo desde los sentimientos. El tema que involucra este film chileno de Edgardo Viereck, con guión de Isabel Troncoso, nos invita una vez más a reflexionar sobre la medicina en nuestro país. La realidad del mundo rural, lo administrativo y por fin, la vocación de servicio. Hoy, vivo en un pueblo donde no hay especialistas, por lo que hay que derivar a otras ciudades. Si un bebé nace por cesárea, no nacerá en este lugar... A veces escasean los medicamentos y es muy fácil que colapse el sistema, considerando, además el terremoto que dejó su huella en la estructura. No me es desconocido este ambiente, por cuanto lo he visitado, como paciente y como asistencia espiritual. En la película, el joven médico Teo (Pablo Díaz), lucha entre la disyuntiva de estar en un lugar por obligación, para mejorar el puntaje y recibir un beca o realmente dedicarse a servir, aún en medio de las dificultades, injusticias, crisis, prioridades y/o el sentido de vida que le sustenta. El conocer a la profesora Ángela (Francisca Eyzaguirre) que ha decidido quedarse ahí junto con su hijo Montún, le hace ver las cosas de forma distinta. El médico jefe Vicente (Julio Jung), es su consejero, que parece haberse acostumbrado a la zona y a todo, incluso haciendo patente un dicho que aprendí por acá, de ser o hacerse “cebollas pa´abajo”(hacerse el desentendido) en las cosas que suceden, pero este joven lo remece también, para hacer su tarea en cuanto a una situación de abusos y de problems de dineros en el hospital. Pienso, que la lealtad no es al colega por su sola condición de serlo, sino que a la profesión o vocación que he acogiado en mi vida, es fidelidad a la gente que se atiende, entregándose en las manos de alguien que espera que sane sus dolores.

Ahora, si me permites preguntar, ¿tienes una vocación de servicio o sólo esperas que te asistan? ¿ tienes amor lo que haces o lo haces simplemente porque no había otra cosa que hacer o porque es una excelente forma de ingreso? Pensaba que no es muy distinto en algún sentido el ejercicio del pastorado al de la medicina, porque siempre estás al servicio.

Una vida sin ética, es terrible, tal vez no para el que la vive, sino para el que la sufre a su alrededor, pues si no tengo una vida valórica, lo más probable es que mis límites varíen de acuerdo a las circunstancias, vale decir que renuncie a lo irrenunciable y que lo que puedo transar, no lo haga, por dogmatismo radical. El tema de siempre...el amor, la compasión esa que nos muestra Jesús, en su propia vocación de servicio.

“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas sin pastor” Mateo 9:36

Jesús el sanador, busca sanadores para la mies, que es mucha y que deambula buscando ayuda por distintos lados, sin una guía de como encontrar y permanecer en el gozo, aún en medio del dolor temporal.

En este mundo y en estos días, a veces nos compadecemos no de otros, sino de nosotros mismos. A veces tenemos una gran empatía con “dolores mediáticos”, que los son, no se desconoce aquello, pero no siempre es tan así con el que está a mi lado, con aquel que conozco, salvo que sea mi propia familia. Somos sensibles a nuestro dolor, pero no al dolor del prójimo. Tal vez, no queremos sufrir, ni que nos hagan sufrir, pues creemos que no le resistiremos, por ello, le evitamos.

Como reflexión final; no quisiera ser tan sensible que me enferme de la enfermedad de otros, ni tampoco tan insensible, que nada me cause o genere dolor.


1 comentario:

benjy dijo...

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