miércoles, diciembre 19, 2007

Lo mejor de nuestras vidas



Lo mejor de nuestras vidas (Fauteuils d'orchestre), es un film francés de Danièle Thompson, que nos muestra un París cercano, donde casi vivimos lo cotidiano en el barrio donde todos se topan y conocen, donde el contraste de la ciudad de la luz, con algunas oscuridades personales, se hace manifiesto y le da toque de realidad, pero matizados con ensoñación del personaje principal (a quien su abuela llama rayo de luz) y su entorno. Una dirección de fotografía cercana, sin llegar a ser intimista, un soundtrack con mucho de recuerdo y diálogos sencillos, aparentemente ingenuos o reconocibles…pero que a la vez tienen su carga de profundidad. Con detalles y algunos pequeños giros dramáticos no tan evidentes y con una secuencia paralela final de cada historia, como resolución, que está muy bien lograda.

Jessica (Cécile de France) llegas a la ciudad…con la cara sonriente…ay que felicidad…* esa es quizá una de las características de la protagonista de esta “multihistoria” o film “coral”, como también lo es el café donde se encuentran un pianista Jean-François Lefort (Albert Dupontel) que reflexiona sobre lo que quiere hacer en su vida en el apogeo de su fama, Jacques Grumberg (Claude Brasseur) un coleccionista de arte que quiere vender sus recuerdos de riqueza en el más amplio sentido de la palabra y de una actriz Catherine Versen (Valérie Lemercier), que quiere tomar roles de carácter y acceder al cine, pues está cansada de la fama de telenovelas. En medio de ellos, esta joven que viene desde una ciudad pequeña, luego de retirarse de estudiar medicina y que sirve en el lugar, se involucra en sus vidas. En las historias aparecen varios nombres o situaciones que se nos hacen reconocibles, pues mezclan personajes reales con ficticios y funden situaciones… Sydney Pollack realiza el papel de un afamado director de cine…

Ella quiere cuidar a su abuelita que está en un hogar y siempre le habló de París. Está dispuesta a enfrentar la aventura de escuchar a las personas que le rodean y afrontar sus propios problemas con una actitud que la define en sus comentarios acerca de la forma que enfrentamos una llamada a nuestro celular que a veces nos vuelve locos y pensamos ¿quien será esta vez?…o que nos agrada y pensamos…¿quien será?


Su abuelita siempre le repite la historia sobre como y porque llegó a París y su gusto por el lujo y el
Hotel Ritz, “si no podía hospedarme en él, al menos me conformaba con limpiar los baños”...tenemos la historia de la asistente del teatro a punto de jubilar, que no tuvo el talento para ser artista, pero siempre estuvo “entre ellos”…una especie de convivir con la riqueza y la fama, sin tenerla propiamente tal, pero no de vivir una vida de apariencias o jactarse de ser confidentes de sus huéspedes, sino que disfrutar de lo que se tiene y de lo que no.

Hay quienes viven o se jactan de los logros y triunfos de otros y lloran con sus derrotas. Quizá hemos disfrutado de triunfos deportivos, artísticos o de otro tipo, como también hemos sufrido de las derrotas, no hay nada malo en ello, sino se transforman en el centro de nuestras vidas y dejamos de vivir…lo mejor de nuestras propias vidas. Por ejemplo, muchas veces escuchamos lo siguiente: “Me saqué un siete, me pusieron un uno” **…en ambos casos, debo ser responsable, por lo que me gusta y por lo que no me gusta. Si hubo justicia o injusticia en el siete o en el uno, mi actitud, debería ser la misma, honestidad.

No se trata de sonreír por todo, cuando lo único que quieres es llorar, o de estar rodeado de gente, cuando lo único que quieres es estar solo, sino que, como enfrento mis circunstancias, sabiendo que Dios permanece y está por sobre ellas. Si logro “sonreír desde dentro ante Él” (gozo), aún desde mi propio dolor, melancolía, soledad, cuestionamientos, estoy dando pasos de fe hacia lo mejor de mi vida futura, la eterna… Si te sientas en un buen lugar en el cine o teatro, ni tan cerca ni tan lejos, podrás tener una mejor percepción de tu entorno, (público y artistas), considerando que somos espectadores…pero luego de la obra…somos llamados a ser protagonistas…del propósito de Dios en nuestro diario vivir.

”Pero sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” Santiago 1:22
Iván Werth Münchmeyer



*(tomando la frase de la comedia musical chilena
“La Pérgola de las flores”)
** Notas máximas y mínimas en Chile.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu eres Ivan Munchmeyer? Que tenia una musica que decia: Y ponle nuevas alas a tu soledad, desnuda tu silencio que tanto lleva dentro la libertad, no vives sin amar...
Y entregate a la vida, hay que son~ar, yo se que es diferente...
Por favor confirmame si eresel autor gracias
Jorge ajmcj@hotmail.com

Iván dijo...

Hola: he escrito muchas canciones...no recuerdo esa en especial...a lo mejor hay un pariente por ahí, que también escribe...mi segundo apellido es el que mencionas.

Un abrazo.

Iván