viernes, junio 23, 2006

Matchpoint

Creo que al hablar sobre Woody Allen, sería muy fácil comentar sobre su afición al jazz, que se expresa en alguna forma en como se desarrollan sus películas, de su amor incondicional por N.Y. además de ciertos tipos de personajes “allenígenas” y de su propia caracterización como uno de ellos en los films. Podría citar una serie de películas de su autoría, pero quizá me conforme con mencionar sólo unas 3 que recuerdo, no necesariamente las mejores o peores, sino algunas que en su momento me llamaron la atención por las historias que narraban: Días de Radio, La Rosa púrpura del Cairo y Zelig, todas con un tipo de humor característico, con cierto aire de melancolía y mostrando alguna problemática psicológica y sociológica, quizá mirada en menos por algunos críticos y aún amantes del cine.

Cada palabra de los personajes del cineasta es reflejo de las obsesiones, dudas, sueños y esperanzas…o…pesadillas y desesperanzas, con frases agudas que hablan de su mundo y las tradiciones de un hombre judío en Nueva York, que toca clarinete, hace películas, escribe libros, no asiste a las ceremonias del Oscar…en fin, con su propio partido de tenis, que se repite en su estilo en sus historias. Creo, que en este film eso sí, toma una línea distinta, más drástica, más incisiva, más agresiva, con menos humor al que nos tiene acostumbrados este cineasta, partiendo porque ya no está ambientada en su amada
Brooklyn, sino en Londres y sus alrededores. Es una película donde no aparece Woody Allen y no parece de Woody Allen, pero quizá en esta nueva “jam session” con personajes bien estructurados en el guión pero tan desestructurados en cuanto a personalidad…nos entregue una perspectiva nueva de la locura de las apariencias…conveniencias y otras…”iencias”…tal vez licencias…para decir como alguien, definió antes de verla: “es una película que trata el tema del arribismo. “

No creo que haya nada malo en querer superarse en la vida, aspirar a más…el problema es a costa de que…

El personaje principal es un ex – jugador de
tenis llamado Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers), que se dedica a dar clases de la materia, teniendo una serie de exclusivos alumnos y alumnas. Proviene de un hogar sin muchas comodidades, por un lado, orgulloso de su origen, pero por otro, anhelando entrar a un mundo donde los contactos, el dinero, la filantropía, son baluarte, pero sin que eso signifique sacar de cierto estado de abulia a los personajes que llegarán a ser su “familia” y que no encuentre en Nola Rice (Scarlett Johanson) a una “partner” en el juego, quien se ha dejado querer por otro de los integrantes de la familia, quizá por falta de autoestima, talento, pero no de belleza y que con cierto dejo de tristeza y tragedia, comprende la necesidad de “ceder el punto”, para enfrentar en mejor forma el próximo paso en su vida, que no necesariamente significará, quedarse con el match. Sin embargo, su socio de juego, es ambicioso y quiere ganar a toda costa, incluso de sus principios, pensamientos y sentimientos, sucumbiendo en definitiva, a su pecado, de forma dolorosa, pasional y continua, que arrastra como una enfermedad silenciosa a él y a quienes le rodean.

Cuando se inicia un match de tenis, los jugadores saludan al público, a su rival, al juez. Toman su tiempo para calentar el cuerpo y practicar algunos golpes y el servicio, en algún momento lanzan una moneda al aire y se decide si sirve o recibe el servicio del contrincante y también el lado.

Hay jugadores de los que se dice son especialistas en algunas superficies, otros que tienen saques demoledores, una muñeca privilegiada, un físico tremendo, talento…inteligencia, paciencia, resistencia…en fin, características que hacen a uno un buen o mal jugador…sin considerar un factor importante que generalmente, ha sido histórico en el llamado “deporte blanco”, que hoy por hoy usa indumentarias de los colores y modelos más diversos…ese factor se llama: “fair play”, que se aplica o intenta en otros deportes y tipos de competencia que tienen que ver con la vida…

No sé si el título de la película debiese ser el que tiene, por cuanto, es necesario considerar que para llegar a un matchpoint se tiene que haber pasado por una serie de puntos anteriores, con voleas, smashes, top spins, derechos y reveses, pelotas en la líneas, otras fuera, doble faltas y demases…no atribuibles al factor suerte…como lo sugeriría Allen, pues, un familiarmente llamado “sapito” (cuando la pelota golpea la red y “decide” caer en uno u otro lado), no es la única razón para ganar, perder o mantenerse en el juego...si fuera esta última opción...me adhiero al título, en la primera, por cierto que no, en la segunda...

La música como siempre en los films de
Allen tienen una importante presencia, en este caso, de carácter casi contrapuntístico y reforzatorio de lo que sucede en las escenas. Así, nos encontramos con óperas de Verdi, como Rigoletto o La Traviata, con la tragedia, que se presiente y que manifestará por algún lado, naciendo de la pasión, del desenfreno, de la mentira y de la maquinación o autoría intelectual hasta la autoría de hecho de una serie de situaciones que van hundiendo a los personajes, que quieren mantener una imagen de integridad, aún cuando, por dentro, se están pudriendo. Es una película que sorprende a veces, que se intuye en otras, pero que en ambas situaciones, se produce la sensación que podía haber habido formas de evitar el estar matchpoint…

Quien está a punto de perder o ganar el partido no lo sabemos…habrá que ver en la película quienes juegan y como miramos la pelota pasar de un lado al otro, admirándonos de la duración de cada punto, para esperar que la pelota golpee la red y se suspenda en el aire, como pensando si caer de un lado u otro. Tal vez por esta vez, pase al otro lado…aún sin merecerlo…y el contrincante y los espectadores digan la manida frase: “sólo fue suerte…” pero, y si cayera de tu lado…¿sería simplemente mala suerte? ¿ qué tal ha sido tu juego antes de llegar a una situación límite? ¿ cuáles son tus virtudes y defectos como jugador? ¿le has pegado fuerte a la pelota todas las veces o en ocasiones les has dado con efecto, con intención, con sorpresa? ¿cómo te defiendes cuándo estás a punto de perder un partido? ¿ aprendes de tus errores o te “perfeccionas” en ellos? ¿ qué es estar “arriba”, en la cima? ¿ necesitas de jueces de silla “ciegos” o parciales que te den todos los puntos o de jueces de línea que dejen pasar tus errores y se los asignen a otros? ¿qué excusa tienes para un mal partido…la cancha, las pelotas, la raqueta, el juez, la red, el público, el viento, la luz, el “
jet lag”, la fiesta del día anterior, una lesión, falta de entrenamiento, el rival que le sale todo? ¿te cuesta reconocer que puedes perder en buena lid, aunque esto te ayude a mejorar, para un próximo enfrentamiento?

Quizá pudiesen salir muchas preguntas y respuestas a partir de lo que experimentamos cada uno (a), sólo pido a Dios, que tomemos mejores decisiones que los personajes de la película, que no nos vayamos al suelo, por más que todo parezca estar en contra, que luchemos hasta el final, si se pierde que sea en buena lid, si se gana que sea con buenas armas, pero siempre, recordar Alguien venció a la muerte por nosotros, se llama Jesucristo y que aunque a veces parezca que te puedes “salir con la tuya”…eso es parte del juego, pero, no el punto final.

“Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre.”

1Pedro 1:24

Dios te bendiga.

Iván








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