viernes, noviembre 25, 2005

Farenheit 451

“Para aprender a buscar hay que saber como esconder”*


Una de las frases que son parte del entrenamiento del Cuerpo de Bomberos y que debe ser una de las máximas para buscar en las casas de aquellos que infringen la ley. Generalmente, asociamos a un bombero como alguien que ayuda a apagar incendios y otros tipos de siniestros, pero en esta sociedad que nos plantea Ray Bradbury en su novela Fahrenheit 451, que es llevada al cine por François Truffaut, la situación es otra. En este mundo futuro, los libros están prohibidos, por ser considerados como generadores de los grandes problemas de la humanidad, al expresar pensamientos y sentimientos, que corrompen a la sociedad que se ha instaurado. El nombre del libro y del film homónimo, proviene de la temperatura a la que arde el papel y la labor de Guy Montag como uno de los bomberos pronto a ser ascendido, por su desempeño, es la de quemar cada ejemplar que encuentran.

El libro plantea muy bien situaciones que nos son reconocibles en el día de hoy, lo que reproduce también la película, que fue estrenada en 1966 (coincidentemente el año en que nací). Una sociedad que se vacía de todo, para llenarse de sí misma. Con un control parecido al
del Gran Hermano de Orwell, pero en donde se habla de primos y donde la t.v. se introduce de tal manera, que es "interactiva" y puedes ser protagonista desde tu propio hogar de un capítulo de alguna especie de teleserie, que no tiene peso argumental y que sólo se remite a una discusión insípida y amorfa sobre temas de ninguna relevancia. La música y los avisos comerciales inducen (más claramente en el libro) a una homogeneidad que aspira a un “matar el tiempo” más que a vivir la vida, como dice en su rebelión Montag, luego que se ha “tentado” a ocultar un libro, durante uno de los incendios a los que prontamente ha acudido, para sofocar cualquier rebelión que implique reflexionar sobre el mundo, la sociedad y sobre la propia vida.

Un mundo que no parece darse cuenta que va rumbo a una nueva guerra mundial, que es indiferente ante las muertes por atropellos en las noches, los suicidios o lo que pueda pasarle a otros. Mi mundo…soy yo, esa parece ser la premisa de la mujer de Montag (Mildred), que vive entre la t.v. de su casa y sus pastillas para dormir, para sobrevivir como anestesiada en cuanto a pensamiento y sentimiento.

Otra de las frases que agradezco me conmuevan y espero que lo haga con uds. también es la pronunciada por el Jefe de Montag (Beatty):

“Si están ocupados, los mantendremos felices”

Estas palabras tienen varias lecturas (a propósito de libros…), pero al final, no significan sino que les daremos entretención, les daremos frases hechas, les daremos la realidad a través de objetos, t.v. parques de diversiones...les daremos silencio no opinante…una de las cualidades alabadas por el Jefe ante su subalterno.Todo, para que no sufran…

Se podría hacer un ensayo sobre las semejanzas y diferencias con lo que nos toca vivir a nosotros hoy y lo que puede venir a futuro. Es interesante, pero creo que será tema para otro comentario. Sólo me gustaría decir algunas cosas, como avance:

La influencia del medio de comunicación, no como cuarto poder, sino que como poder principal, aglutinante de todos los poderes, que dicta férreamente y con principios de subliminalidad, a la sociedad que nace y crece con parámetros de un sueño hermoso cuando en realidad es una pesadilla, donde no se visualiza un rostro específico como dirigente o dirigentes de esta nueva estructura, pero a la vez, los rostros que aparecen, se hacen tan cercanos que se les reconoce como “primos”, pues son todos, parte de la “familia”.

Una búsqueda de un nuevo Edén en la tierra, como resultado de la imposición de un tipo de globalización de carácter imperial, cuya única ideología es “la felicidad”. Una “felicidad hedonística” contra la que se levantan grupos que despiertan del “sueño” e invocan a una unidad en medio de la diversidad y no mediante la homogeneización de todos los parámetros imaginables e incluso los que difícilmente cruzarían nuestras mentes y corazones.

Una sociedad que busca ser estimulada al máximo, para evitar ansiedades que impliquen ahondar sobre quien se es, pensamientos impropios como leer un libro…o llegar a tener un hijo…algo que sólo sirve para continuar la especie…

Una sociedad que busca establecer como otra de sus premisas, que la historia comienza ahora, que lo que hubo para atrás, sólo significó caos y problemas. Reduciendo a una premisa personal que bien podría decir: “la historia comienza cuando nazco yo”, todo lo anterior, no existe…

Este film podemos considerarlo un clásico, como ya lo es el libro. Es interesante tener una aproximación con ambos y ver que otras cosas podemos aprender a partir de la realidad aberrante que se nos plantea.

La frase que comienza esta reflexión* es una que enseña Montag en sus clases y que aprendió de sus superiores, pero la quiero terminar con otra que dice otro de los personajes (Clarissa Mackellan) en un momento especial de la persecusión manifiesta que se ha implantado…que bien puede servir para ayudar a buscar un tesoro:

“Encendemos una luz con la gracia de Dios, que no podrán apagar”

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”

Mateo 5:14-16

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