A
veces, cuando se piensa en la amistad, pensamos en recuerdos gratos e ingratos,
risas y lágrimas, sueños y pesadillas, conversaciones profundas y
superficiales, silencios que lo dicen todo y palabras que no dicen nada, pero
generalmente, anhelamos asociarla con una compañía mutua en el camino, leal
hasta para decirte la verdad cuando te equivocas… Al ver este film francés, nos
evoca como se construyen las amistades desde los lugares y formas más diversas.
Esta historia, está basada sobre hechos reales y quizá por eso nos produce una
cercanía, más allá del idioma (francés). No sé si han tenido de esos amigos que
no ves por tiempo, pero el día del reencuentro es como si se hubieran visto el
día anterior y todo siguiera a partir de un buen café y pedazo de torta o una
simple caminata. Esta historia, como lo señala en su descripción más básica, es
la de Philippe (François
Cluzet) , un aristócrata que ha quedado tetrapléjico y busca un asistente,
que termina siendo Driss (Omar
Sy), un inmigrante senegalés, que ha tenido problemas con la justicia.
Vemos como se manifiesta el “choque” cultural, educacional y entre estilos
musicales…Mozart v/s Earth Wind and Fire, lo que no es contradictorio en este
caso.
Tal vez pensamos que la única forma de
aproximarnos a otro ser humano, es desde la perspectiva de una mal llamada… “compasión”,
que como me parece ya he planteado alguna vez, se parece más a “La impaciencia
del corazón” que plantea Stephan Zweig en su libro, que es como una especie de
limosna de amor, que sin querer,
menoscaba a quien no queremos menoscabar. Este aristócrata, buscaba alguien que
no lo complaciera, ni buscara agradarle en todo, ni menos, que fuera un “santo”
por soportar su carácter, sino que alguien que lo ayudara a volver a respirar,
confiar, vivir…
El dolor, por cierto que nos puede
ahogar, mutilar, hacer dudar o confundir, rechazar, o hacernos adictos a algo o
alguien, en una dependencia perturbadora para otros y aún, para nosotros mismos.
En una amistad, como en toda relación
sana, se brinda lo mejor al otro u otra y viceversa. No es el amigo, para ir
sólo a las celebraciones alegres, sino también las que por cierto…se acompañan
con lágrimas.
Driss “el enfermero”, viene de un
entorno difícil, de hacinamiento, drogas, problemas que se repiten una y otra
vez y con una inmigración sin papeles. No tiene experiencia en el trabajo que
va a hacer, pero quiere salir de todo lo que ha sido su vida anteriormente.
Poco a poco, estos dos hombres, comienza el
proceso de conocerse, donde se enojarán, reirán, compartirán, quedarán
perplejos ante la realidad o forma de ver la vida del otro y lo que es más
importante, para ambos se transformará en una nueva oportunidad de vivir, en la
que ambos, deben dejar atrás sus temores, lo que no es fácil.
Este film de Olivier Nakache y Éric Toledano, tiene esa frescura de lo
cotidiano que puede ser sufrir una pérdida o una caída, pero también la
esperanza de volver a reír, aún de las propias desgracias o de molestar a quien
las está sufriendo, no para hundirlo más, ni denigrarlo, sino para que se
acepte, que pese a todo, a la nueva condición que se enfrenta, que hemos de
seguir viviendo. Quizá por eso ha sido tan exitosa en algunos lugares, ha
ganado ya, algunos premios, pero tal vez, para otros pase simplemente inadvertida…
como a veces puede suceder, con una verdadera amistad…
Amigos Intocables es de esas
películas que se agradece haber visto, como se agradece también por esas
amistades genuinas que se han conocido en el caminar por esta vida.
Es inolvidable, la escena donde todos
quienes viven en la casa de Philippe y sus invitados participan de una
situación que rompe los esquemas habituales del hogar y de la tradición
familiar. Cada personaje está muy bien llevado por sus intérpretes y por el
guión, que se basa en la historia de Philippe Pozzo di
Borgo y Abdel Yasmin Sellou, en una amistad, intocable.
¿Tienes
amistades qué nada ni nadie puede “tocar”?
“En todo tiempo ama
el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia.”
Proverbios 17:17